sábado, 9 de marzo de 2013

he aquí donde no hay escape



la poesía nunca es escape
pero leerla hace otro sentimiento
no el de ser escrito
-no algo tan cursi-
si no de recibir la imagen
y mecerla mirando su sombra
preguntar ¿a dónde termina?
-si tampoco veo el infinito-

de esa manera
lo que ha mantenido la cabeza de mi cuerpo
y mi cuerpo de la tierra, es lo sentimental
que no me hace sentir solo
cuando se me acorta la respiración
por la arquitectura donde estoy alojado
con una calor, pronunciada
y el daño que recepto al escuchar,
lo que jamás sabe dar
un consejo
(aunque de ello ya lo dije antes
es mejor desafectarse)

y en un poema
que no sea de instrucciones destructivas
pueda edificar un descansado
y así seguirle a cualquier instrucción
como la de usar un control remoto

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