hay pétalos del mundo impregnados en tu cuello
la única fuente de luz
en ese paraíso perdido
ocultado por el carbón
única fuente del arco de
pupilas
de las iris enfermas, niñas
corrompidas
que buscan el estrujamiento
Como un suburbano caifán
adorno de alambre de púas
acaricio lo desecho desde
la perspectiva que me permite
observar
no siendo de los que se
abren
Buscando un mejor dolor
del otro lado de la ofrenda
al que le contribuyo tu
carne mareada
que se vende por lagrimas
en la plaza donde jamás te
acabas
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